y por qué la valentía no es ausencia de miedo, sino relación consciente con él)
El miedo no es tu enemigo; es una señal de que estás ante algo importante. El desafío no es eliminarlo, sino aprender a decidir con él al lado, sin que te tome del volante.
La historia de Harold (y la de muchos líderes)
Hace poco, en una conversación de coaching, alguien me dijo con absoluta honestidad:
“No soy tan valiente, y me gustaría serlo. Sufro el riesgo en mi cabeza. Cuando tengo que decidir rápido o enfrentar algo difícil, me congelo por miedo a equivocarme.”
Esa frase resume un sentimiento más común de lo que parece. Líderes competentes, con experiencia y criterio, que viven la toma de decisiones como un examen permanente.
No porque no sepan qué hacer, sino porque su diálogo interno los castiga antes de intentarlo.
El mito del valiente
Nos enseñaron que la valentía es no tener miedo. Pero en realidad, el miedo es parte del paquete humano. El valiente no es quien no lo siente, sino quien lo mira de frente y actúa igual.
El miedo al error nace del deseo de control, de no defraudar, de proteger una imagen de “alguien que siempre acierta”.
Pero el liderazgo no se construye acertando siempre, sino aprendiendo más rápido que los demás.
Cuando la mente se vuelve un campo de batalla
Si te reconoces sufriendo el riesgo “en tu cabeza”, probablemente vivas algunos de estos patrones:
- Racionalizas en exceso. Buscas la decisión “perfecta” y te quedas atrapado entre escenarios hipotéticos.
- Te anticipas al juicio. Imagina lo que pensarán los demás si te equivocas.
- Postergas. Esperas “más información” para sentirte seguro (aunque nunca llega toda).
- Te castigas. Cuando por fin decides, revisitas mentalmente cada paso para confirmar si fue correcto.
Lo paradójico es que este tipo de miedo no te protege del error; solo te desgasta antes de decidir.
Te compartimos algunos pasos para avanzar y diseñar un mejor futuro
Paso 1 Reconocer: el miedo también te ha servido
Antes de pelearte con él, agradece su función. Tu prudencia te ha evitado precipitarte, te ha hecho analizar, te ha enseñado a pensar en consecuencias. El problema no es tener miedo; es dejar que te mande.
Haz este ejercicio: Piensa en una decisión importante que sí tomaste, aunque te daba miedo. ¿Qué te impulsó a hacerlo? ¿Qué aprendiste después?
👉 Lo que te impulsó esa vez (propósito, convicción, amor, urgencia) sigue estando ahí. Solo tienes que volver a reconectarte con ese motor.
Paso 2 Reencuadrar: cambiar el significado del error
El miedo a equivocarte proviene de una idea aprendida:
“Si fallo, pierdo valor.”
Cámbiala por otra más realista y liberadora:
“Si fallo, gano aprendizaje y criterio.”
En Cromática Coaching trabajamos mucho con esta frase:
“Equivocarte no te quita autoridad; te humaniza y te enseña.”
Cada vez que tu mente diga “¿y si sale mal?”, respóndele: Y si sale bien, ¿qué habré ganado en mí?
Paso 3 Respirar entre la emoción y la decisión
Cuando el miedo aparece, el cuerpo se acelera y la mente dramatiza. Por eso, antes de decidir algo importante, haz una pausa corporal de 90 segundos.
- Inhala profundo 3 veces.
- Nombra lo que sientes: “Esto es miedo.” (Nombrar calma el sistema nervioso).
- Pregunta: ¿Qué parte de esto depende de mí?
- Decide el siguiente paso, no el resultado final.
No necesitas decidir “todo”. Solo el siguiente movimiento valiente.
Paso 4 Construir carácter no es endurecerse, es sostenerse
Carácter no es rigidez. Es coherencia bajo presión. Significa actuar según tus valores, incluso cuando el miedo grita.
Ejercicio: Escribe tres frases que definan tu carácter ideal como líder:
“Soy una persona que decide con calma.” “Escucho, pero no me quedo atrapado en la duda.” “Puedo equivocarme, pero no paralizarme.”
Lee esas frases antes de tu próxima reunión clave. No es magia; es entrenamiento de identidad.
Paso 5 Pequeñas dosis de riesgo (el gimnasio de la valentía)
No necesitas lanzarte de un paracaídas. La valentía se entrena en lo cotidiano:
- Decir lo que piensas con respeto.
- Delegar aunque no todo esté perfecto.
- Tomar una decisión con información incompleta.
- Pedir ayuda sin sentirte débil.
- Reconocer un error sin justificarte.
👉 Cada acto pequeño de honestidad y acción consciente reconstruye confianza interna.
Paso 6 Crea un entorno donde el error no sea castigo
Si tú, como líder, quieres formar gente más valiente, modela la vulnerabilidad.
Cuenta una historia donde te hayas equivocado y lo que aprendiste. Cambia el “¿por qué fallaste?” por “¿qué aprendimos con esto?”.
Haz que el equipo asocie el error con aprendizaje, no con vergüenza.
La valentía colectiva empieza por la seguridad psicológica.
Preguntas para tu bitácora de líder
- ¿Qué decisión estoy evitando por miedo al juicio o al error?
- ¿Qué pasaría si me permito equivocarme con propósito?
- ¿Qué tipo de líder sería si aprendiera a confiar más en mi intuición?
- ¿Qué conversación valiente necesito tener esta semana?
Escríbelas y contesta sin filtros. La claridad viene después de la sinceridad.
El miedo no desaparece con poder, experiencia o éxito.
Desaparece cuando aprendes a caminar con él sin perder tu rumbo. El coraje no es un talento: es una práctica.
Y como toda práctica, puede entrenarse.
En Cromática Coaching ayudamos a líderes a desarrollar esa valentía consciente: a tomar decisiones difíciles con serenidad, a liderar desde la claridad y no desde el miedo, y a formar equipos que se atreven a pensar, hablar y actuar con autenticidad.
Si este tema te resonó:
💬 Cuéntanos en comentarios: ¿Qué decisión valiente estás postergando?
- 🔄 Compártelo con alguien que necesite leerlo hoy.
- 📩 Y si quieres trabajar tu confianza y tu liderazgo desde el Coaching Humanista, escríbenos a hola@cromaticacoaching.com.
Patty & David – Cromática Coaching